Las protestas y los saqueos que se han visto en Chile en los últimos días llevan inmediatamente a la comparación con otras situaciones de descontento social que han proliferado en América Latina.
Pero a diferencia del descontento con los gobiernos y con la crisis económica que han gatillado las protestas en otros países, las causas del descontento en Chile son más difusas. El país ha crecido en años recientes. La pobreza está en su nivel más bajo desde que hay registro. Incluso la desigualdad-una característica tan propia del país-está en sus niveles históricos más bajos. Los chilenos están descontentos. Pero no porque el país avance por el camino equivocado o porque la situación hoy haya empeorado respecto al pasado reciente o al pasado remoto. Los chilenos están descontentos porque el país no avanza lo suficientemente rápido por el sendero del crecimiento económico y el desarrollo con iguales oportunidades para todos.
El descontento en Chile ha sido identificado y diagnosticado repetidas veces desde mediados de los 90, pocos años después del retorno de la democracia. Algunos sociólogos advirtieron que el modelo económico chileno producía incertidumbre en la población. Equivocadamente, interpretaron esa incertidumbre como algo negativo. Pero la incertidumbre es solo un problema para aquellos que están en posiciones de comodidad. Para los que menos tienen, la certeza de seguir siendo pobres es una condena. La incertidumbre es el refugio de la esperanza.
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