La cultura del pituto en Chile

Lo de Fernanda Bachelet hace sospechar que más que un error puntual, el gobierno de Piñera no logra entender lo negativo que resulta alimentar las sospechas de que el nepotismo y el amiguismo pesan más que los méritos en los nombramientos de altos cargos en la administración pública.

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Si bien la cultura del amiguismo —pituto— es un mal endémico en la política chilena, el discurso de la igualdad de oportunidades y la meritocracia que sostiene las bases del capitalismo hace que la derecha pierda más credibilidad cuando un gobierno de ese sector utiliza las relaciones y contactos familiares para nombrar cargos que debieran ser sometidos a criterios meritocráticos de selección. Porque el capitalismo no funciona cuando la cancha no es pareja, la derecha debiera combatir con fuerza el amiguismo.

La renuncia de Fernanda Bachelet a la agregaduría comercial en la ciudad de Nueva York dejó en evidencia que el gobierno del Presidente Piñera cometió un profundo error ético al nombrarla en ese cargo. La principal razón por la que Fernanda Bachelet recibió ese nombramiento fue que ella era hija de un amigo personal de Piñera. No hubo concurso público para el nombramiento. Tampoco sirve decir que ella cumplía con los requisitos necesarios para ser nombrada a ese puesto. En tanto muchas otras personas que teniendo los mismos —o mejores credenciales— nunca tuvieron la posibilidad de aspirar a ese cargo, los méritos académicos de Fernanda Bachelet no fueron lo que explica su nombramiento.

Bachelet poseía un recurso que la ponía en condición ventajosa respecto a otras personas con similares o mejores méritos profesionales. Al ser la hija de un amigo personal del Presidente Piñera, Fernanda Bachelet no compitió en una cancha pareja con otras personas que aspiraban a ese mismo cargo y que podrían haber tenido un mejor desempeño profesional en la agregaduría comercial de Nueva York.  Como la forma en que fue nombraba Fernanda Bachelet no fue pública, no sabremos quién intervino ante quiénes para lograr que ella fuera designada en el cargo en Nueva York. Tampoco sabemos si el Presidente Piñera estaba al tanto de ese nombramiento. Pero en la medida que ese cargo es de su exclusiva confianza, la responsabilidad de Piñera radica —al menos— en no dejarle en claro a sus subordinados que, en su gobierno, no se puede usar el pituto para los cargos de confianza.

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