Uno de los mitos que parecen haberse derrumbado en Venezuela, al menos en apariencia, es la infalibilidad de la inteligencia cubana y su nivel de penetración incluso en el alto mando militar venezolano.
La sublevación cívica-militar del 30 de abril y los detalles que se han conocido a posteriori evidencian negociaciones al más alto nivel castrense, durante varias semanas, sin que el temido G2 cubano estuviese enterado y pusiese en alerta a Nicolás Maduro.
Aunque fallida en su objetivo final, que era desplazar a Nicolás Maduro del poder, la sublevación dejó en evidencia la disposición de altos jerarcas del chavismo para pactar una transición, y por otro lado demostró que la inteligencia de Cuba, dentro de Venezuela, no tiene un control absoluto de la situación.
Cuatro trabajos periodísticos recientes han desnudado el proceso de preparación del 30 de abril, identificado a los involucrados, el tiempo en el que se tejió el complot y las implicaciones de la sublevación. Trabajos en El País de España, en Infobae de Argentina, y en los laureados medios venezolanos Efecto Cocuyo y Armando.Info presentan, al leerlos de manera conjunta, una suerte de mural gigantesco sobre lo que sucedió y dejó de suceder.
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