Si bien la sentencia de la Corte Internacional de La Haya es satisfactoria para Chile y tranquilizadora para aquellos que defienden el estado de derecho, resultaría iluso creer que la demanda de Bolivia por una salida soberana al mar desaparecerá. Como este país jamás renunciará a su esfuerzo por terminar con su mediterraneidad, los chilenos deberemos optar entre prepararnos para tener una relación hostil con nuestros vecinos o bien tomar nosotros la iniciativa y buscar una solución que muestre nuestra capacidad de ser creativos, innovadores y líderes positivos en una región que por años ha carecido de líderes de talla mundial.
Ahora que La Haya falló a favor de Chile, la reacción natural inmediata de muchos chilenos es refregarle esta derrota en la cara a Bolivia, y en especial a su personalista presidente Evo Morales. Hay buenas razones para sentirse especialmente nacionalista. Las provocaciones del Presidente Morales hacia Chile han sido numerosas e injustificadas. Después de convertirse en el primer presidente indígena de su país e inaugurar un periodo de democratización y crecimiento económico, el Mandatario boliviano se ha convertido en un líder autoritario e irrespetuoso de la voluntad popular. Si bien una mayoría de los bolivianos votó a favor de limitar los periodos de reelección presidencial, Morales ha impuesto su postura a favor de la reelección presidencial indefinida. Esta posición terca y obstinada refleja su falta de compromiso con la democracia. Después de todo, para aquellos que creen que la voz del pueblo es la voz soberana resulta incomprensible que un presidente democráticamente electo recurra a artimañas legales para desacatar un claro mandato popular que pone límites a la reelección presidencial indefinida.
El Presidente Morales ha usado la bandera nacionalista de la demanda por acceso soberano al mar para avanzar su propia agenda política doméstica. Cada vez que se encuentra con problemas de aprobación, ha recurrido al discurso nacionalista y confrontacional con Chile. La salida al mar para Bolivia es un comodín que usa cada vez que la paciencia de los bolivianos se empieza a agotar. Ya convertido en el líder que más tiempo ha estado en el poder desde la independencia de su país, Morales parece estar atrapado en un personaje con un agresivo discurso de izquierda y antiimperialista que busca la simpatía de una opinión pública internacional que siempre parece querer apoyar al más débil.
En fin, hay buenas razones para creer que mientras Morales siga en el poder en Bolivia, resultará imposible superar el impasse actual que se ha producido después de la victoria de Chile en La Haya. Después de todo, la decisión de ir a La Haya fue del propio Morales. Esta derrota es mucho más suya que del pueblo boliviano.