Con su anuncio de un proyecto de reforma laboral, el gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha demostrado que es mucho mejor logrando tiros al arco que anotando goles. Porque la agenda de reformas que ha anunciado supera con creces a las que han logrado ser promulgadas, el gobierno está al debe en la construcción de su legado. Emulando al Presidente Piñera, quien gusta de usar metáforas futbolísticas para resumir los desafíos de su administración, este gobierno no va a ser capaz de ganar el partido si sigue desperdiciando todas las oportunidades de gol que genera. En vez de centrarse en seguir enviando reformas al Congreso, La Moneda debiera comenzar a focalizarse en conseguir que alguna de las más importantes logre ser promulgada como ley.
En su campaña en 2017, Sebastián Piñera habló de varias reformas que buscarían reposicionar a Chile en el sendero del crecimiento económico sostenido. La tributaria, la de pensiones y la laboral eran las centrales dentro del conjunto que incluía también cambios al sistema educacional y al sistema de salud. Una vez en el poder, el gobierno demoró más de la cuenta en enviar sus reformas más importantes al Congreso. Cuando finalmente presentó la reforma tributaria, por ejemplo, a fines de agosto, la aprobación presidencial ya estaba en problemas. Los legisladores de gobierno y oposición tenían más presión para apoyar una reforma impulsada por el gobierno cuando la aprobación presidencial estaba claramente por sobre el 50%.
Comprensiblemente, ante la debilidad en la aprobación presidencial, los legisladores de izquierda que controlan la mayoría en el Congreso dilataron excesivamente la votación de la idea de legislar la reforma tributaria. Usando resquicios legales, logró posicionar al gobierno para que hiciera numerosas concesiones en el contenido de la reforma como condición para votar a favor de la idea de legislar. Ahora que las concesiones se hicieron, todavía hay bastante incertidumbre sobre las posibilidades reales de que la reforma se apruebe. Así como van las cosas, de ocurrir, la aprobación se producirá hacia fines de año y, dependiendo de si sus efectos logran ser incorporados en la ley de presupuesto de 2020, sus efectos podrían retrasarse incluso hasta 2021. Ese año, como suele ocurrir en los países que enfrentan elecciones presidenciales, los aspirantes a suceder a Piñera inevitablemente volverán a abrir el tema de reforma tributaria.
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