En la medida que el Frente Amplio se esmere en retroceder hasta caer al pantano de la transición a la democracia, la promesa de recambio se hundirá en los inevitables claroscuros que rodearon la década de los 90 en Chile. Porque el Frente Amplio tiene la libertad de no cargar en su mochila los acuerdos que permitieron recuperar la democracia, resulta incomprensible que los diputados Gabriel Boric y Maite Orsini se hundan hasta el cuello en una polémica en la que ellos están libres de polvo y paja.
La revelación de la reunión que sostuvieron ambos en París a comienzos de septiembre con Ricardo Palma Salamanca, el ex guerrillero del Frente Patriótico Manuel Rodríguez condenado por el asesinato del senador Jaime Guzmán en 1991 que está prófugo de la justicia chilena desde 1996, ha generado comprensible rechazo en el ambiente político. Después de asesinar a un senador de la república en democracia y después de ser condenado también en democracia por un tribunal legítimamente establecido y competente, Palma Salamanca huyó de la cárcel de alta seguridad en 1996. Desde entonces, ha estado fugitivo. Después de vivir con identidad falsa en México —y de un presunto involucramiento en secuestros de civiles en ese país— huyó a Francia, donde pidió asilo político.
Los argumentos del exguerrillero son que en Chile no están dadas las condiciones para que haya justicia por el asesinato de un senador de la república cometido en democracia. La Oficina Francesa de Protección a los Refugiados y Apátridras (OFPRA) aparentemente coincidió y optó por ofrecerle asilo político.
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