Significativamente corrupto: no solo Cartes pero la sociedad paraguaya

La descripción de “significativamente corrupto” no debería pesar solo sobre el Señor Horacio Cartes, sino sobre la sociedad paraguaya que conscientemente acepta y apoya conductas que sabemos todos pueden ser más honestas, más transparentes.

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Foto: El ex presidente de la República del Paraguay Horacio Cartes. Fuente: Crónica.

Es reiterativa en cada una de las mediciones que se hace sobre los problemas de la región, la mención a la corrupción y debilidad institucional como la base de los problemas que truncan el desarrollo e impiden la erradicación de la pobreza. Es por eso quizás que haya sido un terremoto político la declaración por parte del Departamento de Estado de “significativamente corrupto” respecto al ex presidente de la República Horacio Cartes.

Para un análisis que no pretende ser totalmente abarcativo del tema, es necesario intentar comprender cuál es la concepción que en el Paraguay se tiene sobre la corrupción. Los trabajos al respecto lastimosamente no están muy actualizados, pero resalta el estudio que realizó la socióloga argentina Graciela Romer. A partir de estudios de grupos focales, Romer concluyó que, para el paraguayo, “corrupto es quien roba y no comparte” y como mencionado en un icónico artículo por el apreciado y recordado Gerardo Le Chevallier, “negociado es un negocio en el cual yo no participo” (2004).

Siguiendo la línea que después fue enriquecida y desarrollada por psicólogos que estudiaron la economía del comportamiento como Dan Ariely[1], podemos decir que el “umbral” de la deshonestidad en el Paraguay se ha encontrado siempre entre la intersección de lo que yo (individuo) hago versus lo que ellos (los ricos, los políticos, el gobierno…) hagan. Si de la ecuación se percibe que mi conducta individual es menos lesiva que la de aquellos, entonces no existe corrupción.

Es importante señalar que cuando el gobierno americano agrega el calificativo de “significativamente” lo hace en profundo conocimiento de la percepción social sobre la corrupción que existe en la región. Es decir, ser “simplemente corrupto”, no sería suficiente para destacar la conducta de un funcionario ya que supondría un presupuesto con el cual se debe lidiar y convivir en el día a día de cualquier gestión de gobierno.

Lo hasta aquí señalado no pretende ser una justificación, sino muy por el contrario se busca una profunda reflexión a fin de estandarizar aquellas conductas deseadas en el discurso de la mayoría de la población, pero curiosamente descartadas como opción política al momento de acudir a las urnas o acompañar políticas públicas que pretenden combatir la deshonestidad especialmente en la función pública.

Se pretende contextualizar la situación del Paraguay para intentar comprender de qué se trata esta declaración realizada por el gobierno de los EE. UU. y dimensionar el impacto en la imagen del país junto con el desafío — y oportunidad — que puede llegar a significar esta situación.

  1. Horacio Cartes es una persona que ha desarrollado su actividad económica basada principalmente en el negocio de cambio de divisas iniciada su actividad en la zona de frontera (Departamento de Amambay), a través de una institución creada a tal efecto (Amambay Cambios, hoy luego de un proceso de transformación el Banco BASA).
  2. Durante dicho periodo tuvo relación comercial con varios empresarios brasileños que posteriormente tuvieron causas judiciales en el citado país. Destacan por su perfil mediático el Señor Fahd Yamil Georges y el Señor Darío Messer. Las consideraciones al respecto de los mismos son ampliamente coincidentes en cuanto a la participación de actividades informales o ilegales por parte de autoridades brasileñas, que se pueden corroborar en publicaciones de medios de los últimos veinte años.
  3. En la década del 80 Horacio Cartes estuvo cuatro años prófugo de la justicia, entregándose luego a la misma y estuvo 40 días preso por el cargo de “evasión de divisas”. Este negocio consistía en la venta de divisas preferenciales emitidas por el Banco Central del Paraguay (por debajo de la cotización del tipo fijado por el gobierno) para la supuesta importación de insumos industriales que, en realidad, nunca existió.
  4. No existen dos opiniones sobre el origen de la gran fortuna de Horacio Cartes: la comercialización de cigarrillos producidos en el Paraguay y que se venden — principalmente pero no únicamente — en Brasil. Sobre el proceso de ingreso de tal producto al país limítrofe tampoco existen muchas opiniones. Estos ingresan de manera por lo menos irregular a través de la venta en frontera. Los voceros de la Tabacalera del Este en más de una ocasión han señalado que la venta ellos la realizan en el Paraguay, pagando los impuestos correspondientes y quienes compran corren por su cuenta y riesgo la comercialización de los mismos.
  5. En el año 2010 el Señor Horacio Cartes logró nada menos que cambiar los requisitos estatutarios del Partido Colorado — partido fundado en el año 1888 y perteneciente al prestigioso club de partidos políticos centenarios de Occidente — logrando su habilitación para correr como candidato presidencial de dicha nucleación para las elecciones del año 2013. En más de un siglo no se había dado jamás tal fenómeno en dicha agrupación, muy celosa de la militancia de base como prerrequisito para cualquier candidato a cargo electivo. Todo esto ocurrió con un telón de fondo muy particular: nunca había votado. En el Paraguay, donde el voto es obligatorio, nunca se había inscrito en el Registro Electoral para ejercer su derecho al sufragio.
  6. En el año 2013 Horacio Cartes se convirtió en el 50º Presidente de la República con una victoria sin discusiones sobre su principal rival, el liberal Efraín Alegre. No existió ninguna denuncia de fraude en dichas elecciones que hayan puesto en duda la legitimidad de la misma.
  7. El Gobierno de Horacio Cartes tuvo la peculiaridad de incluir en sus filas a Ministros, Secretarios de Estado y altos funcionarios que no pertenecían al Partido Colorado, lo cual generó una empatía hacia el mismo por la opinión pública internacional ya que apostó a destacados técnicos en diversas áreas de políticas públicas. Generó, sí, una disconformidad al interior del partido de gobierno donde surgieron voces de protesta por dicha decisión que duró hasta su tercer año de mandato de los cinco que le tocaron ejercer.
  8. En líneas generales, el Gobierno de Horacio Cartes no presentó “externalidades” negativas hacia la ciudadanía. Se prestaron servicios eficientes y generalmente no interfirió de manera notoria en funciones propiamente estatales. De allí que exista una confusión o quizás falta de información sobre esta declaración que hoy supone un terremoto político.
  9. Ya para el año 2013 la fortuna del Señor Horacio Cartes había crecido exponencialmente. Como propietario de un conglomerado de empresas, su fortuna se encontraba entre las cinco más grandes del país y el área de acción iba desde la producción de cigarrillos hasta la industria de bebidas azucaradas y bebidas alcohólicas, pasando por la producción pecuaria y la investigación científica y promoción educativa.
  10. El gobierno de Horacio Cartes fue empañado por un hecho luctuoso: su intento irregular de lograr una enmienda constitucional que lo habilitase para la reelección — claramente prohibida por la Constitución vigente – produjo una protesta social de tal magnitud que desembocó en el atraco al principal partido de oposición por parte de las fuerzas especializadas de la Policía Nacional. La policía ingresó a la sede de dicha agrupación con el saldo de un fallecido, el joven Rodrigo Quintana que había venido desde el interior del país para manifestarse en contra de la pretendida enmienda.
  11. Ya hacia el final de su gobierno, Horacio Cartes sufrió una dura derrota cuando su candidato a la presidencia, Santiago Peña, caía en las internas presidenciales de su partido ante el actual presidente de la república, Mario Abdo Benítez. Esto generó una herida que no ha cicatrizado hasta la fecha y que solo tuvo momentos de tregua frágiles y muy cortos.

Volviendo a la declaración de “significativamente corrupto”, habrá que decir con total claridad que al menos tres de las cuatro imputaciones señaladas eran perfectamente conocidas por toda la sociedad paraguaya. La cuarta, si bien presumida, nunca tuvo la firmeza o aval de ninguna nación o gobierno cual es la obstrucción a la investigación de investigaciones realizadas por los organismos de justicia de los Estados Unidos de América y la vinculación al terrorismo fundamentalista islámico.

En cuanto a la valoración contextual del informe, existen controversias sobre el momento en el que se da que es el de una campaña política iniciada. Una campaña que fue muy disputada por los principales movimientos internos del partido de gobierno y una oposición deseosa de encontrar “un cadáver en el closet” de alguno de los presidenciables colorados.

Es por ello quizás que poco ha quedado para debatir sobre el comportamiento y la integridad de quienes corren nada menos que por la presidencia del país y se ha centrado en las “etiquetas” que se han dado a Horacio Cartes y sus seguidores y las especulaciones sobre cual sería el “siguiente paso” referente al primero.

Una frase que puede resumir la inconsciente percepción sobre la corrupción quizás la dio como un “arco reflejo” en una picante y difundida declaración la ex directora del Registro Electoral, ex alta funcionaria del gobierno de Horacio Cartes y hoy candidata a Senadora por su movimiento al expresar en un programa de opinión que “la corrupción no es delito”.

Es que para muchos políticos la “corrupción” (entiéndase como beneficiarse personal o grupalmente de los bienes públicos) no es un acto de corrupción sino casi un acto de ejercicio legítimo de poder, ya que al final de cuentas, no ha sido otra la motivación que los decidió a acudir al llamado de la patria.

No preocuparía esta situación si fuese un hecho aislado. Preocupa porque la interpelación que hoy deberíamos hacernos como sociedad por la declaración realizada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos de América, hace referencia a un ex Jefe de Estado elegido conscientemente por la mayoría de los paraguayos en elecciones libres y mayormente transparentes y competitivas.

Conforme a estudios de la Organización PRODESARROLLO PARAGUAY, la economía informal o subterránea equivale a un 45% del PIB del Paraguay[2], lo cual debería llamar la atención sobre qué tipo de actividad económica realizamos en el Paraguay. Siete de diez trabajadores no contribuyen a la Previsión Social por lo tanto tienen un trabajo informal, precario y difícilmente competitivo.

El momento de la reflexión y la confrontación de modelos debe surgir a partir de esta declaración. Más allá del momento o de la intencionalidad o no del comunicado del gobierno americano, es sumamente necesario analizar si el modelo clientelista de gobierno es sostenible y conveniente para generar el desarrollo necesario en el país.

Pero no solo hay que erradicar el clientelismo en la base popular, sino también la utilización del aparato estatal de manera ya abierta y solapada en beneficio de una persona o grupo. Y aquí hay una coparticipación muchas veces tramposa de amplios grupos del sector privado. Las licitaciones públicas, los contratos de provisión para el Estado o la utilización de información sensible para el beneficio de un pequeño grupo de empresarios aliados a cualquiera sea la autoridad de turno.

La corrupción no es un delito porque es invisible. Se esconde detrás de una ineficiente estructura estatal que otorga como regalos aquellos derechos constitucionales y oprime a un sistema de justicia que es siempre sospechoso en sus decisiones, poco transparente en sus actuaciones y mucho más diligente cuando se trata de personas vinculadas a la política.

La corrupción sí es un delito. Y es el más grave. Porque disfrazándose de benefactores están quienes viven de la renta pública, malversan impuestos y manejan a su gusto a las fuerzas de seguridad pública.

La descripción de “significativamente corrupto” no debería pesar solo sobre el Señor Horacio Cartes, sino sobre la sociedad paraguaya que conscientemente acepta y apoya conductas que sabemos todos pueden ser más honestas, más transparentes y eficientes en cuanto a una necesaria política pública que conduzca al país a tener mayor desarrollo, inclusión e innovación. Las condiciones como país las tenemos. La participación activa en generar ese cambio es el impulso que hasta hoy nos falta.

Sebastián Acha es abogado y doctor en derecho público con énfasis en Gobernabilidad por la Universidad Columbia del Paraguay.

Fuentes:

[1] https://people.duke.edu/~dandan/webfiles/PapersPI/Dishonesty%20Everyday%20Life.pdf

[2] https://pro.org.py/wp-content/uploads/2021/12/Pro-Desarrollo-2021-Economia-Subterranea.pdf

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