Último día nadie se enoja
Si bien pudiera ser comprensible que los Presidentes se den gustitos al terminar sus períodos, cuando sus actitudes demuestran falta de respeto a las instituciones, ignoran las tradiciones republicanas y constituyen favores indebidos a aliados políticos o aparentes premios a personas que ayudaron personalmente al gobernante o sus familiares, los gustitos presidenciales debilitan la institucionalidad democrática que los mandatarios se comprometieron a defender.