Ahora que al gobierno se le ha acabó el plazo para presentar su proyecto de gratuidad en la educación superior, es evidente que la Presidenta Bachelet está entre la espada y la pared. Al negarse a reconocer que hizo una promesa incumplible—y contradictoria con su compromiso de reducir la desigualdad—Bachelet ha optado por enviar un proyecto que tiene cero chances de ser promulgado como ley. Sabiendo esto, ni siquiera optó por darle urgencia a su iniciativa. La Presidenta debe estar pensando que ella pasará a la historia como la mandataria que puso la primera piedra en la construcción de la gratuidad, aunque cuando ella deje el gobierno no haya un plano ni recursos para cumplir la promesa que tan irresponsable y con tanto populismo hiciera en la campaña de 2013.
Los candidatos a menudo pecan de irresponsables cuando hacen promesas de campaña a sabiendas de que no podrán cumplirlas. Pero cuando los políticos reiteran sus promesas después de haber ganado las elecciones, la actitud pasa de la irresponsabilidad a la negación. El cálculo electoral es reemplazado por el voluntarismo ciego que no admite razones y se escuda solo en la obcecación.
Si quiere leer mas, visita El Libero.