El chavismo está en uno de esos puntos decisorios. Puede optar por la mentira, como ha hecho en otros casos, por tapar las violaciones a derechos humanos, con lo cual se consolidara la crueldad como parte intrínseca del régimen. O puede optar por la verdad y castigar a los responsables.
Los seres humanos siempre, siempre, tendremos opciones. Y los gobiernos, aún los más autoritarios, siempre se encontrarán ante disyuntivas en las cuales los hombres y mujeres que los conforman deben tomar decisiones. Hacemos esto o aquello. Esa decisión es la que finalmente marca su naturaleza, es lo que los define.
El chavismo tiene una seria disyuntiva en relación con el asesinato del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, un oficial retirado a quien se le había acusado mediáticamente de formar parte de una conspiración para derrocar y asesinar a Nicolás Maduro. La versión oficial de este hecho se ha convertido en una suerte de bumerán que va sobre el cuello del propio chavismo y sus voceros.
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