MACCIH takes shape in Honduras – how effective will it be?

Whether MACCIH will have a real impact remains to be seen. But its installation in Honduras offers at least a glimmer of hope that positive changes can begin to take place. Continued pressure and monitoring from civil society, journalists, and international donors will be necessary to ensure that MACCIH reaches its full potential rather than frustrating good-faith efforts in the fight against corruption.

Author

cb1yvovuuaa5_1q

[EnglishArticle]Yesterday was an important milestone in the development of MACCIH, the Mission to Support the Fight against Corruption and Impunity in Honduras. Juan Jiménez Mayor, spokesman of the Mission and representative of  Organization of American States (OAS) Secretary General Luis Almagro, presented the objectives and scope of the Mission in Tegucigalpa. This follows the January 19 signing of the agreement establishing MACCIH in Washington, DC.

MACCIH is not the United Nations-backed solution that many Honduran and international civil society organizations had called for. As background, a major corruption scandal involving the country’s healthcare system (Instituto Hondureño de Seguridad Social, IHSS) and implicating the President boiled over last summer, giving rise to the Indignados (Outraged) protest movement. The Indignados and their allies at home and abroad demanded the development of a mechanism similar to that in neighboring Guatemala. The International Commission against Impunity in Guatemala (CICIG) has a mandate granting it significant investigatory and prosecutorial powers, and in the past year it has achieved high profile successes, including investigations leading to the resignation and arrest of then-President Otto Perez Molina.

The timing of CICIG’s unprecedented victories gave even more credence to the argument that Honduras needed a similar mechanism. However, Honduras is arguably a victim of CICIG’s success, in the sense that those in power who could potentially be targeted by a strong international mechanism would want to avoid just that. But the calls for change could not be ignored by the ruling class. The result is a compromise – not a UN, but rather an OAS body, with fewer powers than CICIG. In its original incarnation, MACCIH was widely criticized for primarily focusing on evaluations and assessments of the justice system – actions which have already been carried out credibly in recent years without significant implementation of resulting recommendations. In response to these criticisms, the OAS and the Honduran government went back to the drawing board to give more teeth to MACCIH’s mandate. As such, the final version of the international agreement establishing the Mission provides for “active collaboration” between MACCIH and the Honduran authorities “in the prosecution of cases of corruption.” The agreement also envisions an independent civil society observatory tasked with overseeing the implementation of reforms.

Although the final agreement represents an improvement over the original proposal, some of its provisions create ambiguity about what MACCIH can and cannot do. For example, the language establishing the unit for support, supervision and active collaboration (3.1.1 of the Agreement) is meant to “provide technical advice, oversee, and/or evaluate” the Attorney General’s Office, the judiciary, and other government offices. There is a big difference between “providing advice,” which does not necessarily entail more than providing detached commentary and recommendations, and “overseeing,” which implies some sort of managerial authority.

At the presentation yesterday, Juan Jimenez Mayor emphasized that while technical advising will be part of the mission, the principal focus of MACCIH is to work with police, the Attorney General’s office, and the judiciary in the prosecution of emblematic corruption cases. Jimenez also spoke about the need to establish special courts with jurisdiction over corruption cases as soon as possible. Recognizing that Honduras is a dangerous place for human rights defenders, he spoke of the “martyrs” in the fight against corruption and the need to protect the lives of all who advocate for accountability. Jimenez also promised to provide weekly updates to the public about MACCIH’s progress.

But this raises another issue which must be clarified: the application of the controversial Law of Secrets (passed by Congress at the end of 2014 to grant the state broad powers to classify information) to MACCIH’s activities. President Juan Orlando Hernández promised unrestricted access to information about the government during his remarks at the signing of the MACCIH agreement. How will this tension be resolved if the Law of Secrets remains in place?

Whether MACCIH will have a real impact remains to be seen. But its installation yesterday in Honduras offers at least a glimmer of hope that positive changes can begin to take place. Continued pressure and monitoring from civil society, journalists, and international donors will be necessary to ensure that MACCIH reaches its full potential rather than frustrating good-faith efforts in the fight against corruption.

 

This post originally appeared on February 23rd, 2016 on the Due Process of Law Foundation Blog.  Katharine Valencia is a program officer at DPLF.[/EnglishArticle]

[SpanishArticle]El día de ayer en Tegucigalpa se produjo el primer hito importante en la actuación de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH). Juan Jiménez Mayor, Vocero de MACCIH y representante del Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en este organismo, presentó a la sociedad hondureña los objetivos, principios y líneas de acción de la misión, en concordancia con lo establecido en el convenio de su creación, firmado por el Estado hondureño y la OEA el 19 de enero pasado en Washington, DC.

La MACCIH no es precisamente lo que muchas organizaciones de la sociedad civil hondureña e internacional reclamaban: una institución con facultades de investigación autónoma y afiliada a las Naciones Unidas. Como antecedente de fondo de este reclamo, que dio lugar al movimiento de los Indignados y la marcha de Las Antorchas, está el gran escándalo de corrupción al interior del Instituto Hondureño de Seguridad Social y el desvío de sus fondos, cuyos alcances presuntamente se extenderían hasta el mismo Presidente de la República. Estos hechos generaron que Los Indignados y sus aliados en el país y en el extranjero, exigieran para Honduras el establecimiento de un mecanismo similar al existente actualmente en Guatemala: la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), la cual cuenta con facultades significativas de investigación y procesamiento, y que en el último año ha logrado resultados exitosos de alto perfil, que incluyen las investigaciones que condujeron a la renuncia y detención del entonces presidente guatemalteco Otto Pérez Molina.

Estos resultados sin precedentes de la CICIG, han alimentado el argumento de que Honduras necesita un mecanismo similar. En cierto sentido, podría decirse que Honduras es una víctima del éxito de la CICIG, en la medida que los más interesados en evitar un fuerte mecanismo internacional de este tipo en Honduras, son precisamente los poderosos que podrían terminar viéndose afectados por éste. Sin embargo, las fuertes demandas de cambio del pueblo hondureño no podían ser ignoradas por la clase gobernante. El resultado de esta exigencia es la MACCIH – un mecanismo respaldado por la OEA, pero ciertamente, con menos poderes que la CICIG. En su concepción original, la MACCIH fue criticada por centrarse principalmente en asesorar y estudiar el sistema hondureño de justicia – acciones que ya han sido llevadas a cabo en los últimos años por otros esfuerzos de manera seria, pero cuyas recomendaciones han quedado en su mayoría sin implementar. Como consecuencia de estas críticas, la OEA y el gobierno de Honduras revisaron nuevamente su diseño, para dar “más dientes” al mandato de la MACCIH. De esta manera, la versión final del convenio internacional de creación de la MACCIH plantea un mandato de “colaboración activa” entre la misión y las autoridades hondureñas “en casos de corrupción.” El acuerdo también concibe un observatorio de la sociedad civil, encargado de vigilar la aplicación de reformas al sistema de justicia.

Pese a que el diseño final de la MACCIH representa una mejora con respecto a la propuesta original, algunas de sus disposiciones son todavía poco claras sobre lo que MACCIH puede y no puede hacer. Por ejemplo, se establece una unidad de acompañamiento, supervisión y colaboración activa (3.1.1 del Convenio) destinada a “asesorar técnicamente, supervisar, y / o evaluar” al Ministerio Publico, al Poder judicial, y a otros funcionarios. Pero entre “asesorar técnicamente” y “supervisar” podrían existir grandes diferencias prácticas respecto del grado de intervención de la MACCIH.

En la presentación del día de ayer, Juan Jiménez Mayor enfatizó que, aunque la asesoría técnica será parte de la misión, el principal foco de MACCIH es trabajar con la Policía, el Ministerio Público, y el Poder Judicial en el procesamiento de casos emblemáticos de corrupción. Jiménez también se refirió a la necesidad de establecer, a lo antes posible, tribunales especiales con competencia sobre casos de corrupción. Reconociendo que Honduras es un país peligroso para defensores de los derechos humanos, habló de los “mártires” en la lucha contra la corrupción y la necesidad de proteger la vida de todos los que abogan por la rendición de cuentas. Jiménez también se comprometió a proporcionar actualizaciones semanales a la pública sobre el progreso de MACCIH.

Tal promesa toca otro tema que debe ser aclarado: la aplicación de la polémica ley del secreto (que fue aprobada a fines de 2014 por el Congreso hondureño, otorgando al Ejecutivo amplias facultades para clasificar información como reservada) y cómo afectará a las actividades de MACCIH. El Presidente Juan Orlando Hernández prometió en Washington D.C., el día de la firma del acuerdo de creación de la MACCIH, acceso irrestricto a la información en poder del Estado. ¿Cómo resolver esta contradicción si la ley sigue vigente?

Queda por ver si la MACCIH tendrá un impacto real. Sin embargo, su instalación ayer en Honduras ofrece esperanza a la sociedad hondureña y a la comunidad internacional, de que los cambios positivos en Honduras pueden comenzar. La presión continua y el seguimiento de la sociedad civil, periodistas, y los donantes internacionales serán necesarios para garantizar que la MACCIH alcance su potencial, y que no se frustren los esfuerzos de buena fe en la lucha contra la corrupción. [/SpanishArticle]

More Commentary

Scroll to Top