La decisión de cambiar de lugar el monumento al General Manuel Baquedano representa una renuncia tácita por parte del gobierno del Presidente Pinera a su tarea de garantizar el orden y la paz social. Porque queda claro que la Plaza Italia es un territorio que el gobierno es incapaz de controlar, el Consejo de Monumentos Nacionales ha tomado la única decisión razonable: cambiar el monumento de lugar para evitar que termine de ser destruido.
Hay una serie de lecturas alternativas —y a menudo contradictorias— sobre el estallido social de octubre de 2019. Algunos lo ven como un levantamiento contra la injusticia y la desigualdad. Pero la evidencia muestra que la desigualdad venía a la baja y la inclusión social al alza. Luego, no se explica por qué el estallido ocurrió entonces y no antes, cuando la situación era peor. Otros argumentan que fue la combinación de esos dos problemas de largo aliento con la incapacidad del gobierno de Piñera de avanzar en la dirección correcta. Recordemos que, justo antes del estallido, el gobierno intentaba impulsar su impopular reforma a las pensiones y la reforma a la jornada laboral. Si este fuera el caso, resulta difícil entender por qué la respuesta oficialista fue aceptar iniciar un proceso constituyente en vez de presentar su renuncia. Entre entregar el orden institucional y entrar en un proceso que generará inestabilidad e incertidumbre por varios años o gatillar una nueva elección presidencial (cosa que hubiera sido posible si Piñera renunciaba antes del 19 de noviembre de 2019), hubiera sido mejor salvar la institucionalidad. Si la disyuntiva era entregar a Piñera o entregar la Constitución, la derecha debió haber optado por entregar a Piñera.
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