Cuando es hambre la palabra que nos define

En medio de una crisis política y un conflicto institucional sin precedentes en Venezuela lo que más preocupa al venezolano de a pie es la comida. Una cosa ha terminado estando a atada a la otra. Sin cambios políticos no habrá recuperación económica en Venezuela, y sin ésta no habrá de nuevo acceso a los alimentos.

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El modelo de expropiaciones de empresas y fincas productivas, junto a las importaciones masivas de alimentos ya procesados sencillamente no volverá. No hay dólares para sostener tal modelo. De esto hablan los políticos. Y no se ven soluciones inmediatas en el corto plazo, incluso si ocurriera un cambio político de envergadura. Los venezolanos hablan de qué van a comer cada día.

Crecí en un barrio popular. Entre los años 70 y 80, siendo niño y adolescente, vi muchas escenas de necesidad en el barrio. Sin embargo nunca presencié lo que el chavismo convirtió en leyenda urbana. La gente en los barrios de mi niñez y adolescencia no comían perrarina. Ésta además nunca fue barata, ni siquiera los perros en los barrios comían perrarina entonces, sencillamente se le daban lo que sobraba de las comidas.

Pongo de relieve el lugar en el que crecí porque con harta frecuencia a quienes criticamos al chavismo se nos acusa de oligarcas. En el barrio en el que transcurrió mi infancia y adolescencia mucha gente no podía hacer las tres comidas o comían sólo pasta con margarina, así se resolvían los más pobres.

Mi mamá en no pocas ocasiones le brindó algo de comida a personas más pobres que nosotros que pasaban y tocaban la puerta. Eso era algo habitual.

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