Algo huele mal en el gobierno

Como la información que se ha hecho pública es confusa y porque la indecisión del gobierno alimenta las teorías de conspiración, ahora ya no basta que éste tenga un mensaje único y que todas las autoridades se alineen detrás de la posición oficial. Ya hay un daño para su credibilidad.

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La forma en que el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera ha manejado la crisis ambiental en Quintero refleja una preocupante falta de disciplina y coordinación.Porque no es normal que la principal resistencia a la posición oficial del gobierno provenga de personas que han sido nombradas discrecionalmente por el propio Presidente Piñera, la crisis de Quintero deja entrever un mal olor político que, sin ser tan dañino como lo que hoy sufren los residentes de la zona, tendrá efectos negativos más duraderos para la administración que la nube tóxica que amenaza a esa ciudad.

Los hechos de lo que ocurrió en Quintero son tan incontrovertibles como confusa es la explicación de cuál fue la causa y quién es responsable de lo que ocurrió. Las posiciones encontradas de las distintas empresas que están bajo sospecha de haber causado la nube tóxica generan dudas en la población y alimentan teorías conspirativas respecto a posibles intentos por culpar al más débil o al que menos se puede defender (la empresa estatal ENAP). La decisión del gobierno de apuntar a ENAP como responsable del problema produjo la inmediata reacción de la empresa —que incluyó la renuncia de Gonzalo de la Carrera, un director de ENAP nombrado por el propio Presidente. Los críticos del gobierno y aquellos más inclinados a creer en teorías conspirativas argumentan que el gobierno culpa a la empresa estatal para proteger los intereses de empresarios poderosos. Mientras más ambigua sea la acusación de quiénes serían los protegidos, más creíble son las teorías conspirativas. Lamentablemente para La Moneda, la falta de una voz clara y un mensaje unívoco por parte de las autoridades gubernamentales alimenta estas hipótesis.

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