El bluff del PDC

La apuesta del candidato propio no le resultó a la Democracia Cristiana. Por eso mismo, ahora debe comportarse como un hombre desesperado sin nada que perder y con una metralleta en sus manos. Si los partidos de izquierda de la Nueva Mayoría no quieren ser razonables y hacerle un espacio, el PDC debiera agarrarlos del cuello y dejar en claro que, si se termina hundiendo, no se hundirá solo.

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La candidatura presidencial de la Democracia Cristiana se ha convertido en un dolor de cabeza para el partido. Si bien siempre hubo algunos militantes comprometidos con la vía propia, muchos PDC esperaban poder negociar la bajada de la candidatura de la senadora Carolina Goic a cambio de más y mejores cupos en la lista parlamentaria de la Nueva Mayoría. Pero como la campaña falangista no ha prendido, los otros partidos del oficialismo no se compraron el bluff.

La irrupción de Alejandro Guillier como candidato presidencial golpeó fuerte al PDC, el principal partido de la Nueva Mayoría. Después de haberse resignado a apoyar el giro a la izquierda de la coalición con la candidatura presidencial de Michelle Bachelet en 2013, el partido esperaba que el conglomerado volviera a tomar posturas centristas en 2017. La mala experiencia del Gobierno de Bachelet y el rechazo de la gente hacia la polarización izquierdista debieron haber llevado, desde la perspectiva del PDC, a que la coalición retomara el mensaje de la moderación y el pragmatismo que privilegió durante los 20 años de gobiernos concertacionistas.

La candidatura de Ricardo Lagos parecía confirmar la expectativa PDC de retorno a la moderación. Y aunque no llegó a darle formalmente su apoyo como candidato, el PDC parecía encaminado a convertirse en el partido más comprometido con el retorno del ex Presidente a La Moneda.

La decisión del PS de apoyar a Guillier forzó el retiro de Lagos de la carrera presidencial y eso permitió a los partidos de izquierda unirse en torno al senador por Antofagasta. Pero como el PDC esperaba un giro hacia el centro, la bajada de Lagos llevó al partido a promover una candidatura propia. El nombre de Carolina Goic resultó atractivo para ese propósito. Como la senadora había pertenecido al ala más conservadora del partido, pero a la vez se había identificado fuertemente con Bachelet, su candidatura parecía interesante para aquellos que querían el camino propio, pero también para los que aspiraban a levantar un abanderado que pudiera luego bajar su opción a cambio de concesiones al PDC en la lista parlamentaria de la coalición.

El poco entusiasmo que generó Goic entre los electores arruinó el plan de los que querían negociar su bajada a cambio de concesiones. Como el resto de los partidos de la Nueva Mayoría ven las mismas encuestas que el PDC, nadie le ofreció más y mejores cupos al partido a cambio de bajar a su candidata. El poco atractivo de Goic como abanderada también echó por tierra los planes de los defensores del camino propio. Porque la viabilidad futura del PDC depende de tener un número suficiente de legisladores, de poco sirve romper con la Nueva Mayoría para apoyar una candidatura presidencial que no flota y que amenaza con terminar hundiendo al partido.

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