El fantasma de los derechos humanos

La derecha chilena puede hacer suya la bandera de los derechos humanos. Más importante que no olvidar las violaciones cometidas en Chile es ayudar a evitar que sigan ocurriendo hoy en otras partes.

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Cada sector político debe convivir con sus propios demonios. En Chile, el demonio de la derecha son las violaciones a los derechos humanos. Porque la derecha chilena apoyó a una dictadura que violó sistemáticamente los derechos humanos -y defendió a Pinochet hasta poco antes de su muerte-, ningún gobierno moderno de ese sector puede permitirse ser blando en su condena a dichos atropellos. Su decisión de aceptar la renuncia de Mauricio Rojas deja en claro que el Presidente Piñera entiende que no puede permitir que se instale la sospecha de que su gobierno no tiene un irrestricto compromiso con los derechos humanos. Es más, precisamente para demostrar ese compromiso, La Moneda ahora debería redoblar la apuesta y sacar al pizarrón a la izquierda por el tibio compromiso que ese sector ha demostrado con la defensa de los derechos humanos en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

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