El síndrome de Hillary en Chile

Hillary fue incapaz de atraer a todos los votantes de Barack Obama en 2012 y eso selló su derrota. En Chile también hay un enorme río que separa a aquellos que llevan demasiado tiempo ocupando espacios de poder del resto de la población.

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La sorpresiva derrota de Hillary Clinton en la elección presidencial estadounidense se explica, más que por un aumento de votos para el candidato republicano, por una caída en el apoyo al Partido Demócrata. Hillary fue incapaz de atraer a todos los votantes de Barack Obama en 2012 y eso selló su derrota. Entre las múltiples causas que se pueden identificar para explicar el poco entusiasmo que generó entre los votantes demócratas, la percepción de que ella estaba más cerca de la elite económica y política que del estadounidense medio probablemente fue una de las más poderosas. Menos gente votó por Hillary que por Obama porque ella no logró cruzar ese río que separa a la elite gobernante del ciudadano común.

En Chile también hay un enorme río que separa a aquellos que llevan demasiado tiempo ocupando espacios de poder del resto de la población. La gente percibe que los poderosos son parte del grupo de los que abusan y gozan de granjerías y privilegios inmerecidos. Porque la creencia generalizada es que la condición de elite en Chile no se obtiene por meritocracia, sino que se hereda o se gana por pitutos o compadrazgos políticos, la gente inevitablemente sospecha de cualquiera que pertenezca a la elite. Ser parte de la elite es codearse con los abusadores y con los que se benefician de los abusos. Ser parte de la elite es desconocer la realidad de esfuerzo y duro trabajo que caracteriza la cotidianeidad del chileno medio.

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