Historia, memoria y educación: ¿Es posible consolidar una cultura de paz en Guatemala?

Uno de los ejes del proceso de paz de en este país, en los años 90, fue la propuesta de una reforma educativa que previniera un conflicto en el futuro. Las intenciones fueron buenas, la ejecución se quedó corta.

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La publicación Learning peace: Transitional justice and education está disponible de forma gratuita en inglés en los portales de UNICEF y del ICTJ. En los próximos meses, Palabra Maestra publicará semanalmente un resumen de algunos de los capítulos de cada sección de la publicación que exploran la relación entre la justicia transicional y la educación.

A continuación, el resumen del capítulo “Historia, memoria y educación: ¿Es posible consolidar una cultura de paz en Guatemala?” de la primera sección de la publicación, titulada “La reconstrucción de la educación en el post-conflicto”.

Gustavo Palma Murga analiza la enseñanza del pasado violento en Guatemala, tarea que figuró entre las recomendaciones que hizo la comisión de la verdad en su informe final. Palma explora la forma en que se caracteriza el conflicto interno como una “cultura de violencia” en los currículos y los materiales escolares y la brecha que esto crea entre lo que los estudiantes aprenden en el aula y la realidad que afrontan por fuera de la escuela.

El conflicto armado interno en Guatemala comenzó en la década de 1960 y terminó en 1996 después de un proceso de negociación que duró más de diez años. El acuerdo de paz final dispuso una serie de cambios en las políticas económicas, sociales, y culturales del país. Entre estas, dos fueron especialmente significativas para el sector educativo: el acto legislativo que creó la Comisión para el Esclarecimiento Histórico y el Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas (AIDPI).

Por un lado, una de las recomendaciones de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) fue que el Estado debía, de manera directa y amplia, difundir los hallazgos relacionados a actos violentos que se dieron durante el conflicto a través del sistema educativo como garantía de no repetición. Por otro lado, el AIDPI contemplaba una reforma educativa que contribuyera a la erradicación de la discriminación que sufrió la población indígena antes de y durante el conflicto.

En gran medida, la reforma al sector educativo que resultó de los acuerdos de paz en Guatemala estuvo basada en las recomendaciones de la CEH. Además de exigir que el gobierno difundiera su informe final, la CEH recomendó que se promoviera una cultura de respeto mutuo y hacia los derechos humanos, que beneficiara a todos los sectores culturales e ideológicos del país. Recomendó la revisión de los currículos de educación primaria, secundaria y superior para que se enseñara a todos los estudiantes “las causas, el desarrollo y las consecuencias” de la “confrontación armada”, así como la enseñanza de los contenidos de los acuerdos de paz utilizando pedagogías y estrategias pertinentes a la edad de los estudiantes y de tal forma que contribuyan a la promoción de ambientes de tolerancia y respeto.

El CEH dio una importancia especial a la construcción y a la enseñanza de la memoria histórica del conflicto. Según el informe final “la memoria histórica, individual y colectiva, es el sustento de la identidad nacional. La memoria de las víctimas es un aspecto fundamental de la memoria histórica, a través de la cual se recuperan los valores y la lucha por la dignidad humana” (CEH, Guatemala memoria del silencio, vol. 5, 61–62.)

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