La estrategia ganadora de Aula Segura

Más allá de los visos de inconstitucionalidad que pudo haber en el proyecto original, la intención del gobierno en combatir dura y decididamente a los violentistas en las escuelas le hace mucho sentido al chileno de a pie.

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Después de sufrir varios reveses en semanas recientes, el gobierno de Sebastián Piñera ha encontrado en la reforma de Aula Segura una bandera ganadora y popular con su base derechista y entre los votantes moderados. Ahora que la amenaza del autoritarismo se yergue sobre Brasil —y, por consiguiente, sobre toda la región— Chile Vamos puede articular un mensaje simple, claro y convincente: si los demócratas no aplicamos mano dura para controlar la delincuencia y la violencia, lo harán los autoritarios que llegarán en brazos de un pueblo que se cansó de nuestra falta de valentía.

Incomprensiblemente, la izquierda chilena parece tener una predilección por las protestas y las manifestaciones de activistas antisistema. Porque la izquierda aspira a cambiar el statu quo —contra el presente vergonzante, dice el himno socialista— parece razonable que los que se identifican con la izquierda favorezcan los esfuerzos por producir cambios. Pero muchos de ellos confunden el deseo y la aspiración de reformas razonables con una inexistente demanda por cambios radicales o revolución. Aquellos que religiosamente sueñan con el advenimiento de la crisis final del capitalismo ven en cada posible atisbo de conflicto la evidencia de que el modelo está por derrumbarse. Consecuentemente, se esfuerzan en agudizar las contradicciones (o al menos, en apoyar o tener posturas tolerantes con aquellos que buscan hacerlo). Por eso, la izquierda tiende a ver en los violentistas a jóvenes idealistas que aspiran a cambiar las cosas para bien, aunque sus herramientas y métodos no sean los más convenientes.

Lamentablemente para la izquierda, la mayoría de los chilenos no comparte esa posición. Para los chilenos de a pie, resulta incomprensible que haya jóvenes que se dediquen a atacar brutalmente a carabineros. La gente sabe que su única protección contra la delincuencia y el crimen es una fuerza de policía que sea respetada y ejerza cabal y responsablemente el monopolio de la fuerza que recae en el Estado. Porque los más pobres son los más vulnerables a la violencia y la delincuencia, son ellos los que más pierden cuando Carabineros deja de ser respetado y cuando hay personas que impunemente los golpean brutalmente.

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