La no amenaza de José Antonio Kast

No hay sentido para que la derecha se desvele pensando si es bueno o malo votar por Kast. Ya que la mayoría de esos votos estarán con Piñera en segunda vuelta, los más conservadores tienen toda la libertad para darse un gustito el 19 de noviembre y disciplinarse para la segunda vuelta del 17 de diciembre.

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Aunque imposibilita una victoria de Sebastián Piñera en primera vuelta, la candidatura presidencial del diputado ex UDI José Antonio Kast no constituye una amenaza a sus aspiraciones presidenciales ni obliga al ex Mandatario a abandonar su bien planificada estrategia de buscar el voto moderado, de los nostálgicos de la Concertación. Porque lo que separa a los votantes de Kast de Piñera es mucho menos de lo que los aleja de cualquiera de los candidatos izquierdistas que aspiran a pasar a segunda vuelta, los votantes de Kast son votos seguros de Piñera en segunda vuelta. Porque, además, para ganar la elección, Piñera necesariamente deberá buscar más votos moderados que de extrema derecha, los votantes de Kast se podrán dar un gustito en su voto en primera vuelta, pero se disciplinarán el 17 de diciembre.

Ya que las encuestas pre-electorales son especialmente volátiles —en tanto cuesta anticipar el número de personas que efectivamente saldrá a votar el 19 de noviembre— la candidatura presidencial de Kast aparece marcando entre el 2 y el 6% de los votos. Mientras más votación reciba él, más lejos quedará Piñera del mágico 50% de la mayoría absoluta. Como es razonable suponer que la gran mayoría de los votantes de Kast darían su apoyo a Piñera de no estar presente la opción más puramente de derecha que representa el ex diputado UDI, los votos que vayan a Kast evitarán que Piñera gane en primera vuelta.

Pero esos votantes conservadores puros que se den el gustito de votar por un candidato que mejor los representa tendrán que aceptar que en la vida no siempre se logra lo que uno más quiere y deberán apoyar a Pinera en segunda vuelta. Como la alternativa de que la izquierda se mantenga en el poder les resulta mucho más difícil de tragar a los derechistas puros que tener que aceptar que Piñera  —un hombre que desde la derecha aparece como demasiado moderado— vuelva al poder, esos votantes, incluido el propio Kast, se alinearan detrás del Piñera en la segunda vuelta. Por eso, para saber cuál es el piso (o el tope, dirían los de izquierda) de Piñera en el balotaje, basta con sumar su votación y la de Kast en la primera vuelta.

Es verdad que las elecciones no son ciencias exactas. Hay personas que votan en la primera vuelta, pero no en la segunda vuelta, porque no les gustan las opciones, porque estarán de viaje o simplemente porque no pudieron. Pero de igual forma, hay personas que, habiéndose abstenido en primera vuelta, irán a votar en la segunda por temor, porque volvieron de sus viajes o porque se sanaron de sus dolencias. Por eso, resulta razonable suponer que la votación combinada de Piñera y Kast es la que puede considerarse como prácticamente segura para el ex Presidente en segunda vuelta.

De ahí que la candidatura de Kast no constituya una amenaza para las aspiraciones de Piñera. Es más, Kast puede sumar votos a la derecha, entusiasmando a sectores que de otro modo se hubieran abstenido en ambas vueltas. Kast hace crecer a la derecha hacia la derecha, y eso no es malo cuando en la segunda vuelta el rival será un candidato de izquierda.

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