La pelea del presupuesto que se viene

Como muy poca gente sabe cuántos impuestos paga, parece haber poco interés en asegurarse de que los gastos en que incurre el Estado sean efectivamente necesarios. Si hubiera conciencia de dónde viene el dinero que llena las arcas fiscales, la naturaleza de la discusión cambiaría.

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Da la impresión que los chilenos no saben qué tantos impuestos pagan. Por eso, cuando se discute la ley de presupuesto, la gente se tiende a centrar más en qué prioridades serán privilegiadas y qué programas del gobierno van a recibir mayor financiamiento que en los costos que eso va a implicar para sus bolsillos. En tanto no haya conciencia de esa cantidad y especialmente respecto a la tasa efectiva de impuesto que paga la clase media y los que menos tienen, el debate tributario seguirá realizándose en la lógica del desconocimiento popular.

Aunque no hay evidencia concluyente,  es fácil concluir que la mayoría  no tiene idea cuál es su tasa efectiva de impuestos —qué porcentaje de sus ingresos brutas van a manos del Estado a través de distintos tipos de impuestos—. De partida, es común que en Chile la gente hable de su sueldo líquido en vez que de sueldo bruto. En otros países con los que nos gusta compararnos, los empleadores le informan al trabajador cuál es su sueldo bruto. Después de todo, esa es la cantidad de dinero que desembolsa para poder contar con los servicios del trabajador. El sueldo líquido es el que el trabajador recibe después de los descuentos por seguro de salud, pensiones e impuestos varios que van a las arcas fiscales. En la medida que los chilenos sigamos hablando de sueldo líquido y no sueldo bruto, la gente no se enterará que parte de sus ingresos pasan directamente a las arcas estatales como impuestos a la renta.

A su vez, cuando la gente compra algún bien o servicio, a menudo no sabe qué tasa de impuestos está pagando. Es cierto que el IVA es de un 19%. Pero hay otros productos que tienen impuestos adicionales. Además, algunos productos importados pagan también aranceles. Como las boletas que entregan los proveedores no incluyen el precio antes de impuestos y el valor que cada persona paga en impuestos, la gente simplemente no sabe que parte de lo que pagan cuando toman la micro, compran el pan, van al cine o al supermercado es dinero que va directamente al Estado. El vendedor actúa solo como agente retenedor.

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