Sin lloriqueos

El reconocimiento de Guillier de que no puede acceder a recursos de campaña porque los bancos —que normalmente prestan a los candidatos a partir de lo que se espera obtengan en número de votos— no quieren prestárselos, evidencia que los mercados, al igual que las encuestas, estiman que su candidatura no logrará atraer muchos votos.

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La polémica que ha generado Alejandro Guillier al hacer públicos los problemas que ha tenido para acceder a un préstamo bancario que le provea recursos para iniciar su campaña presidencial refleja tanto los problemas de financiamiento de la política que persisten en Chile —y que fueron exacerbados por la draconiana ley que regula el financiamiento de campañas— como la debilidad de la candidatura del senador. Porque nadie quiere apostar a caballo perdedor, el candidato de la Fuerza de Mayoría (los partidos de izquierda de la Nueva Mayoría) difícilmente logrará atraer suficientes donaciones de personas naturales para financiar adecuadamente su campaña. Aunque ha insistido en declararse independiente, Guillier deberá buscar apoyo en los partidos que lo apoyan para financiar una campaña presidencial que genera mucha más preocupación que entusiasmo entre sus adherentes.

Desde que en 2015 se reformó la ley que rige el financiamiento de campañas, las nuevas reglas hacen más difícil acceder a recursos para financiar los gastos requeridos para montar una carrera presidencial en todo el país. Como ahora están prohibidas las donaciones empresariales, y como hay poca predisposición de privados a llenar el vacío que dejaron las empresas en el papel de financistas de campañas, hay menos recursos disponibles que en el pasado

Ya que la nueva institucionalidad establece que el Estado proveerá de recursos a los partidos para su funcionamiento y, desde 2004, se les entregan adelantos monetarios en base a su votación en la elección anterior, los candidatos de una tienda tienen una ventaja evidente sobre los independientes. Si bien Guillier es apoyado por varios partidos —que pueden contribuir a financiar la primera etapa de su campaña—, su discurso ha resaltado su condición de independiente. Resultaría curioso que recurra una vez más a los mismos partidos con los que no se quiere identificar —ya lo hizo cuando necesitó recolectar las firmas para validar su candidatura independiente— cuando tiene problemas.

La nueva ley de financiamiento electoral se promulgó en un contexto en que los políticos predicaban que querían separar el dinero de la política. Es más, sabiendo que las campañas cuestan dinero —como candidato al Senado en 2013, Guillier recibió financiamiento empresarial, de partidos y de personas naturales—, el senador repetía hasta hace unos meses que “todos tenemos que separar dinero y política”. Pues bien, ahora el candidato debiera hacerse cargo de esas declaraciones populares, pero alejadas de la realidad. Para que la democracia funcione debemos transparentar la relación del dinero y la política, no ilusamente pretender que ésta no existe.

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