Un poquito de populismo

La actitud de Lagos también es algo populista. Si bien critica el anuncio, no se atreve a hacer un llamado a los legisladores de su partido a actuar responsablemente y oponerse al feriado extra. Un líder responsable demostraría su compromiso con lo que dice pidiendo a los parlamentarios —al menos a los que lo apoyan— que rechacen el proyecto.

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Ricardo Lagos criticó la iniciativa de la Presidenta Bachelet de impulsar una legislación express que decrete el lunes 2 de enero de 2017 como feriado, sugiriendo que en la repentina y tardía decisión presidencial “hay un poquito de populismo”. El ex Presidente está en lo correcto al hacer la crítica. Aunque sabemos que los políticos deben combinar la responsabilidad y las promesas populistas, se supone que el populismo es para cuando los políticos están en campaña y la responsabilidad debe prevalecer una vez que están en el poder. Como Bachelet es Presidenta, le corresponde ser responsable. Mientras que, en su calidad de candidato, es comprensible que Lagos caiga en las promesas populistas.

En la tradición política estadounidense, los ex Presidentes se cuidan de criticar a sus sucesores. Después de todo, están más preocupados de hacer crecer su legado que de la coyuntura política. Las críticas a las acciones de los Presidentes siempre vienen de los opositores activos en la vida política, muchos de los cuales aspiran a llegar también a la Presidencia. En Chile, en cambio, con la excepción de Patricio Aylwin, todos los Presidentes post-dictadura han buscado volver al poder. En 2009, Frei inauguró la tradición que, en 2013, fue exitosamente coronada por Bachelet. Con Lagos y Piñera en carrera presidencial para 2017, ya no queda ningún ex Presidente vivo que no haya intentado volver a La Moneda.

Como son actores con aspiraciones presidenciales, los ex mandatarios chilenos no pueden mantenerse alejados de la coyuntura. En vez de defender su legado, buscan posicionarse para las próximas elecciones. Irónicamente, eso hace que se multipliquen los cuestionamientos sobre dicho legado. A diferencia del que dejó Alwyin—que tuvo también algunas sombras, pero es ampliamente considerado como un gobierno ejemplar, en buena medida porque después de dejar el poder nunca intentó volver a ser candidato)—, los legados de Lagos y Piñera son sometidos a un escrutinio especialmente exigente porque los cuestionamientos no los hacen los historiadores, sino simpatizantes de sus rivales de cara a las próximas presidenciales.

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