Brasil, una democracia atrincherada

El último episodio de relieve democrático tuvo lugar el pasado 2 de diciembre, cuando el Presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, anunció la apertura de un proceso de destitución parlamentaria contra Dilma Rousseff.

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El 2 de abril de 1964 el Congreso brasilero protagonizó uno de los discursos más infames de su historia. La sesión legislativa que había empezado en las últimas horas del 1º de abril, día de la mentira, concluyó justamente con una, al tiempo que las calles del país eran tomadas por las Fuerzas Armadas. Con las siguientes palabras y, de un solo golpe, el Presidente del Senado Auro de Moura Andrade mintió al país y fungió como trompetista real del gobierno de Humberto Castelo Branco, primero de los cinco dictadores militares:

El señor Presidente de la República dejó la sede del gobierno, dejó la nación acéfala en una hora gravísima de la vida brasilera en que es menester que el jefe de Estado permanezca adelante de su gobierno. Esta acefalía configura la necesidad de que el Congreso Nacional, como poder civil, inmediatamente tome la actitud que le corresponde. De esta forma, declaro vacante la Presidencia de la República…

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