¿Desinformación en las redes sociales en México? Twitter y la discusión polarizada frente a la reacción gubernamental contra el COVID-19

La crisis sanitaria global ha generado incertidumbre en la opinión pública, siendo un espacio propicio para la difusión de información engañosa por parte de actores domésticos y extranjeros.

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Source: CNN Business

La crisis sanitaria global ha generado incertidumbre en la opinión pública, siendo un espacio propicio para la difusión de información engañosa por parte de actores domésticos y extranjeros. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud ha hecho reiterados llamados para advertir la necesidad de limitar la propagación de información falsa en torno al COVID-19, ya que esto dificulta a las personas tener fuentes de información confiables para tomar decisiones informadas.

En este espacio de creciendo incertidumbre resalta el papel que juegan las redes sociales en la propagación de las noticias falsas. Las “fake news” o noticias falsas pueden definirse como información fabricada que imita el contenido de medios de información establecidos, pero que carece de las normas y procesos editoriales para garantizar la precisión y credibilidad de la información. A su vez las “fake news” conviven con otros tipos de fenómenos de desinformación, tales como la “misinformación”, definida como información imprecisa difundida no necesariamente con un propósito o intención; y “desinformación”, información falsa difundida de manera intencional para engañar a las personas.

Ahora bien, la creciente literatura que analiza cómo se difunden las noticias falsas relativas al COVID-19 en Twitter se enfocan en noticias en idioma inglés y en países desarrollados, pero poco sabemos sobre la desinformación relativa al COVID-19 en Twitter en otros idiomas y en países en desarrollo. Esto resulta relevante si consideramos que son los países con menores niveles de desarrollo los que han enfrentado mayores dificultades para enfrentar la pandemia, adquirir vacunas y reactivar su economía. Son en estos mismos contextos, en los que se presentan, con mayor frecuencia, entornos sociales polarizados. De igual forma, la desinformación se usa como una herramienta de promoción de posturas políticas, sea a favor o en contra del gobierno, lo que incrementa la polarización. En México, por ejemplo, las redes sociales —en particular Twitter—son un espacio de enfrentamiento entre la red de apoyo al gobierno federal y la red que difunde críticas en su contra. De hecho, durante la pandemia, dichas redes han hecho un uso político de los acontecimientos vinculados a la emergencia sanitaria, incluso compartiendo información falsa o sesgada para exacerbar la imagen negativa o positiva de sus contrincantes.

Asimismo, los contextos de polarización pueden ser aprovechados por fuerzas externas con el objeto de exacerbar la división y avanzar una agenda de influencia interna. En otros países se ha observado y demostrado que Rusia o China fomentan la dispersión de desinformación a través de las redes sociales.

Con base en ello, realizamos una investigación para detectar si en México existe influencia extranjera, particularmente de China y Rusia, en torno a la pandemia por COVID-19 en México. Además, analizamos la dinámica del ecosistema de información nacional en torno a la pandemia actual y cómo ha evolucionado en la difusión de desinformación, así como de mensajes que exaltan o demeritan las acciones del gobierno federal sobre cómo han manejado la pandemia. Finalmente, a partir de nuestro estudio pudimos obtener un aproximado del tamaño de la desinformación relacionada con el COVID-19 en México, la velocidad a la que se difunde, así como el papel que juegan las cuentas verificadas en Twitter respecto de la desinformación vinculada a la pandemia.

Primero desarrollamos un sistema computacional para recolectar un universo total de 217,462 tuits. Para sistematizarlos construimos 131 queries (términos de búsqueda), conformadas por palabras clave y hashtags relacionados con el COVID en México. La descarga de información la realizamos a través del Application Programming Interface (API) de Twitter y a través de un marco computacional, realizamos un análisis de sentimientos, de redes y de regresiones lineales.

Para efecto del análisis dividimos nuestro universo en tres muestras aleatorias: una de tres mil (3000) y otra de 20 mil 36 (20,036) tuits, el universo total de 217,462 tuits. A esto sumamos un análisis adicional de una muestra aleatoria de 7 mil 174 (7,174) tuits seleccionados de un universo de 741 mil 572 usuarios que siguen a 11 cuentas específicas que difunden contenidos sobre China dedicados a la audiencia de Latinoamérica en el idioma español.

De esta forma se pudieron realizar tres tipos de análisis: el primero utilizó un enfoque de regresión; en el segundo, con la muestra más amplia se pudo realizar un análisis de redes para identificar nodos sobre los que interactúan cuentas a favor y en contra del gobierno federal. Finalmente, con la tercera muestra se pudo llevar a cabo una exploración más detallada de los tuits ligados a 11 cuentas selectas que difunden información vinculada a China para ver si había patrones atípicos en los mensajes difundidos en la región sobre COVID-19.

También clasificamos los tuits en cinco categorías para su análisis: (A) información verdadera, (B) misinformación, (C) desinformación, (D) tuits a favor del gobierno mexicano, (E) tuits en contra del gobierno mexicano, y (F) no verificables. Resulta importante mencionar que ambas muestras fueron revisadas y clasificadas manualmente por un grupo de expertos, a través de una revisión por pares (doble verificación), para asegurar la objetividad de esta clasificación.

¿Hay evidencia de afectación de la discusión en torno al COVID-19 en México a través de cuentas de Twitter relacionadas con China o Rusia?

La respuesta es: no. De nuestro análisis no se desprende evidencia de una intervención organizada y sistemática de cuentas asociadas con el gobierno chino o ruso en la discusión sobre el COVID-19 en México.

Encontramos que las cuentas que replican contenidos ligados al gobierno de China reproducen un tipo de información vinculada a diplomacia cultural, pero no de propaganda política ni desinformación. Al explorar los sentimientos de los consumidores y seguidores del contenido de las cuentas chinas que difunden contenidos en español, el resultado que obtuvimos fue que lo que se comparte es, en su mayoría, contenido neutral. Tampoco obtuvimos indicios de polarización o algún elemento atípico en el contenido de los mensajes difundidos por las cuentas de medios chinos ni de sus seguidores y/o consumidores de este material.

En el caso de Rusia, encontramos cierta actividad por parte de medios como ActualidadRT a través de noticias favorables hacia la vacuna Sputnik V (destacando su eficacia). Sin embargo, no encontramos evidencia respecto de que la forma de influir haya sido mediante desinformación o propaganda. 

Análisis de la dinámica del ecosistema de información nacional en torno a la pandemia.

Basados en una muestra aleatoria de 3000 tuits, logramos concluir que el 3.5% de ellos son a favor de cómo el gobierno federal ha manejado la pandemia, mientras que el 6.5% son tuits en contra. Con base en ello, podemos decir que, respecto del tema de cómo se ha manejado la pandemia por parte del gobierno federal, existe —al menos en Twitter— un evidente ambiente de polarización.

Por otro lado, y basados en la muestra de 20,036 tuits, constatamos que los principales difusores de noticias verdaderas son los medios de comunicación tradicionales; mientras que la desinformación vino de medios de comunicación locales o de usuarios con un alto grado de negatividad y polarización.

¿Qué tamaño y con qué velocidad se difunde la desinformación en Twitter respecto del COVID-19 en México? ¿Qué papel juegan las cuentas verificadas?

Nuevamente, con base en la muestra de 3,000 tuits, encontramos que el 80.5% de los datos de la muestra son noticias verdaderas, y el 4.3% son desinformación. Un muy pequeño porcentaje (0.4%) se registró como misinformación, y el resto no pudo catalogarse.

Estos resultados son consistentes con estudios recientes que analizaron la dispersión de noticias falsas relacionadas al COVID-19, que sugieren que la desinformación representa una baja proporción de lo que circula en las redes sociales y que no hay evidencia de que se difunda más rápido que la información verdadera. Para el caso mexicano, este estudio confirma esta hipótesis con base en la información analizada. 

Por otro lado, basados en la muestra de 20,036 tuits, analizamos el ciclo de vida de un tuit, esto es, cuántas horas en promedio duran los tuits de cada categoría. Los resultados arrojan que estos tienen un ciclo de pocas horas de difusión; que la gran mayoría no se reproducen; y que tienen un alcance limitado. Asimismo, encontramos que para que el ciclo de vida de un tuit clasificado como verdadero se dé —sea este a favor o en contra del gobierno— es muy importante que sea reproducido por una cuenta con muchos seguidores, del orden de los miles. De otra forma, el tuit se extingue rápidamente y no es retomado por más seguidores en la red social. Además, los seguidores de las cuentas que retuitean el contenido de desinformación también se cuentan por miles, lo que nos hacer pensar que se trata de cuentas no asociadas con personalidades públicas.

De esta manera, el ciclo de vida de la desinformación no es tan ampliamente difundido, ni tiene tantos retuits, pero tiene un ciclo temporal más prolongado. En todo caso, independientemente del tipo de mensaje o contenido del tuit, el lapso del ciclo de vida está intrínsecamente relacionado con el hecho de que sea reproducido por una cuenta con miles o cientos de miles de seguidores en las primeras horas en que el tuit fue publicado. 

Finalmente, un factor que también debemos tener en cuenta es el papel que juegan las cuentas verificadas. Se estima que menos del 1% de las cuentas en Twitter son verificadas. De nuestra muestra de 3000 tuits encontramos que cerca del 64% provienen de cuentas verificadas, y la probabilidad de que una de estas cuentas difunda noticias falsas disminuye en 14%. Esto último puede estar relacionado al afianzamiento de credibilidad que las cuentas verificadas buscan obtener.

Conclusiones y trabajo futuro.

El desafío que la desinformación supone para las sociedades modernas es masivo. Aunque los valores fundamentales y la libertad de expresión deberían enriquecer la conversación pública, las redes sociales pueden manipularse con campañas de desinformación dirigidas a socavar la confianza de los ciudadanos y sus instituciones. Estas campañas pueden tener graves consecuencias en procesos electorales, agendas políticas de individuos o de partidos políticos, afectar la toma de decisiones en relación a la salud de las personas, así como dañar la protección y garantía de los derechos humanos, entre otros.

Aunque de nuestro análisis no se desprende evidencia de influencia de países extranjeros, la ubicuidad de las redes sociales abre la posibilidad a la injerencia de gobiernos externos en temas de importancia nacional. Esto es particularmente preocupante en un contexto de creciente polarización como el que se observa en México, y que pudiera ser aprovechado por actores extranjeros para contribuir aún más a dicha polarización a partir de la difusión de mensajes a favor o en contra de actores políticos importantes. La intencionalidad de este tipo de campañas es determinante para contribuir, por ejemplo, a la desestabilización de un país, influir en sus votantes o polarizar a las sociedades de todo el mundo.

A la luz de los primeros resultados obtenidos en esta investigación se confirma que es necesario consolidar un compromiso multisectorial inequívoco que permita preservar las redes sociales como espacio de conversación pública y no de polarización y desinformación. Nuestra investigación retrata la necesidad de integrar esfuerzos colectivos e interdisciplinarios para comprender mejor la intrincada dinámica de las redes sociales, especialmente cuando se trata de eventos nacionales relevantes, como una pandemia.  

En México, los recursos que existen para monitorear las redes sociales actualmente son insuficientes. La exploración y el análisis neutral, científico y computacional de la conversación pública en Twitter es limitada. Disponer de recursos de financiamiento como de capital humano es vital para generar información que permita tener diálogos intersectoriales constructivos que generen mejores políticas públicas y transparencia para los ciudadanos.

De la misma forma, debido a la falta de fronteras en el mundo digital, las campañas de difusión de logros o polarización (intenciones y emociones) a gran escala requieren un enfoque local, nacional y regional. Si bien los esfuerzos colaborativos presentan retos no triviales, es importante mantener esta labor para gestionar, de mejor manera, el conocimiento y las herramientas que permitan detectar influencia malintencionada de algún país externo, la difusión de noticias falsas, la creación de campañas artificiales para maximizar los logros de un gobierno o para atacar a la oposición y la extensión de un discurso polarizante que resulte en la radicalización y posibles hechos violentos.

Hoy tenemos más preguntas que respuestas: ¿Cómo es exactamente el modus operandi de las campañas con cuentas genéricas a favor o en contra de un gobierno? ¿Quién las coordina? ¿Cuánto cuesta la creación de una cuenta falsa? ¿Debería existir una declaración del número de cuentas artificiales al Instituto Nacional Electoral (INE) por parte de los partidos o gobiernos? ¿Cómo es posible verificar la veracidad de esta información? Y quizá la más importante: ¿cuál es el futuro de las campañas dirigidas y el creciente ambiente de polarización en las democracias contemporáneas o en el panorama geopolítico internacional? ¿Qué hacer si vemos una escalada en la polarización en México que anticipe un hecho violento? ¿Cómo hacer de Twitter y las demás redes sociales un espacio libre para la expresión de las ideas y la construcción de una democracia participativa basada en evidencia, hechos y con base en la tolerancia y el respeto? ¿Cuál será el futuro de las obligaciones y la responsabilidad de las plataformas digitales como Twitter en la lucha contra la desinformación, la polarización y las campañas artificiales? Estas y otras preguntas tienen que ser abordadas desde una visión de política pública que fortalezca a las democracias y garantice la libertad de expresión.

Uno de los múltiples retos en el futuro cercano es consolidar algoritmos verificadores de contenido que junto con grupos especializados y multidisciplinares, como algunos de los que ya operan en México, puedan multiplicar su alcance. Con más independencia y capacidad investigativa, los algoritmos profundicen en los mecanismos de difusión de mensajes que están contribuyendo a una creciente polarización y que en ocasiones, recurren a la desinformación y noticias falsas en general para responder a intereses políticos y/o económicos.

De este modo, es necesario multiplicar y consolidar esfuerzos encaminados a desarrollar observatorios de redes sociales permanentes con los recursos tecnológicos y las capacidades del capital humano especializado y basado en la evidencia empírica que permitan ofrecer talleres prácticos, seminarios y asesorías para extender herramientas para el análisis de redes sociales.

Al igual que con todas las nuevas tecnologías, tomará tiempo comprender el efecto que tienen las redes sociales en nuestra sociedad. Desde una perspectiva histórica, es importante no ser alarmistas, pero tampoco complacientes cuando fenómenos atípicos en las redes sociales se presenten, y es necesario impulsar el diálogo y la ciencia para estar mejor informados y actuar en consecuencia ante escenarios de desinformación y polarización.

El presente ensayo resume los principales hallazgos de una investigación realizada por investigadores y alumnos de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública y de la Escuela de Ingeniería del Tecnológico de Monterrey con apoyo financiero de Global Americans. El proyecto comenzó en agosto de 2020. La investigación sigue en curso. Los argumentos y hallazgos presentados son responsabilidad de los autores. En orden alfabético los participantes en este proyecto son Joanna Alvarado, Edgar Barroso, Héctor Ceballos, Ángeles Estrada, Marco Antonio Fernández, Juan Carlos Garfias, Gerardo Ortiz, Roberto Ponce, Adan Silverio, Rolando Treviño, Eduardo Villalpando. También se contó con la colaboración de Oscar Díaz para el desarrollo de las visualizaciones en el análisis de redes realizado.

El documento completo puede accederse en: https://escueladegobierno.itesm.mx/profesores-e-investigacion/publicaciones.

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