El estado de la economía naranja en América Latina

América Latina cuenta con magnífico potencial para la expresión creativa. La resiliencia de sus pueblos los cambios culturales, los convierten en culturalmente ricos y aptos para desarrollar industrias creativas y culturales en toda su dimensión.

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En la década pasada se acuñó e impulsó el concepto de la economía naranja, como un agregado de actividades económicas con gran potencial para América Latina. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno de sus grandes promotores, la definió como el “…conjunto de actividades que de modo encadenado permiten que las ideas se transformen en bienes y servicios culturales, cuyo valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual”. La misma entidad, ha resaltado que estas actividades son una importante fuente de riqueza, empleo, e impacto social. El aporte de la economía naranja es cada vez más relevante—se estima que las industrias culturales y creativas equivalen al 3,1 por ciento del PIB mundial y generan alrededor del 6,2 por ciento de todo el empleo. Proyecciones muestran que para 2030, este sector podría representar el 10 por ciento del mercado laboral. 

En América Latina, la economía naranja es crucial, no solo por ser una fuente relevante de empleo e ingresos – en 2015, se estimó que la economía naranja en América Latina, era susceptible de generar ingresos cercanos a los 124 billones de dólares al año y emplear a 1,9 millones de personas – sino por el magnífico potencial cultural de la región: los procesos históricos acontecidos en América Latina, dan cuenta de un legado indígena, africano y europeo, que potencializan la expresión creativa y cultural, la cual es sobresaliente. La región cuenta, entre otros, con 6 premios Nobel de literatura, lo mismo que con unas artes plásticas que han tomado nuevos bríos a nivel internacional, de la mano de artistas Diego Rivera, Joaquín Torres García, Frida Kahlo, Wifredo Lam, Fernando Botero, reposicionándose a través de diversas exposiciones en museos y galerías de Europa y Estados Unidos y extendiéndose al resto del planeta, y con unos ritmos musicales como la salsa, el mambo, y el cha-cha-cha, que se han universalizado. 

En la actualidad, existen una serie de factores que permiten la posibilidad a América Latina, de potencializar el impacto de sus industrias creativas, entre ellos los siguientes: 1) El cambio en la narrativa sobre la cultura, las nuevas tecnologías como la realidad virtual y aumentada, han permitido crear nuevos escenarios de desarrollo cultural y de oportunidad para los emprendedores creativos; 2) Los nuevos modelos de financiación, como las Fintech, el crowdfunding, entre otros mecanismos, han brindado más oportunidades de financiación al emprendedor creativo y tecnológico; 3) Las transformaciones en el entorno global como el cambio climático, la pandemia del COVID-19, entre otros, han generado nuevas incertidumbres y con esto nuevos cursos de acción social; 4) El cambio en el concepto de auto-sustento individual, que evolucionó del empleo fijo a ecosistemas de sustento, han resultan más favorables para el artista y el emprendedor. Actualmente millones de personas trabajan de forma remota, en muchas ocupaciones paralelas, facilitado el camino para que artistas y creativos lleguen a un público global. 

Promover la economía naranja 

El apoyo a la economía naranja se puede reflejar en grandes beneficios para los países. Estudios como el de Oxford Economics, han dejado claro que “…el sector creativo es una fuente inmensa de dinamismo para las economías de las Américas, con un crecimiento acelerado y el potencial de generar creatividad, innovación y empresas a lo largo de un amplio rango de actividades”. Asimismo, señala que la economía creativa al promover la inclusión social, la diversidad cultural y el desarrollo humano, es capaz de cerrar las brechas y alinear diferentes clases sociales alrededor de un mismo objetivo. Por otro lado, la pandemia del COVID-19 evidenció que el sector naranja es ejemplo de resiliencia para superar las crisis, las cuales probablemente serán más frecuentes en el futuro. En este sentido tal y como lo destaca la resolución 74/1984 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la economía naranja es crucial para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

El escenario latinoamericano

En América Latina, el estado de la economía naranja varía de un país a otro. Ciertos países de la región han hecho tangibles esfuerzos por facilitar la reglamentación de las industrias creativas y culturales y generar ecosistemas de innovación; por ejemplo, en 2018, Colombia priorizó la economía creativa como estrategia de desarrollo nacional; Costa Rica y Panamá implementaron cambios de política, aunque sin llegar al nivel de priorización de Colombia. La mayoría de los países de la región ha establecido una estrategia o un plan nacional específicos para apoyar y fomentar los sectores creativos a nivel nacional. Sin embargo, no todos los países de la región manejan las cuentas de la cultura de acuerdo con estándares internacionales, por lo que la dimensión de los apoyos nacionales al sector, no son fáciles de medir efectivamente, ni de comparar. La UNCTAD destaca el caso de México, que maneja un sistema de cuentas satélite de cultura, basado “en normas estadísticas internacionales, como el Sistema de Cuentas Nacionales de 2008, el Marco de Estadísticas Culturales de la UNESCO y la Guía metodológica para la implementación de las Cuentas Satélite de Cultura del Convenio Andrés Bello”, para estimar la dimensión de sus apoyos al sector creativo. La metodología de cuentas satélite de cultura del Convenio Andrés Bello también ha sido implementada en Argentina, Chile, Costa Rica, y Uruguay. Otros países como Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y República Dominicana trabajan en su adopción.

Por otro lado, los países de la región destinan presupuestos bajos al sector cultural. Un estudio realizado por el BID, a través de la medición del valor agregado bruto (VAB) del sector cultural, es decir el peso específico de la producción de bienes y servicios culturales en la economía de los diferentes países de América Latina y el Caribe, mostró que los países que más recursos destinan a cultura son: Guatemala (7,26 por ciento), Jamaica (5,2 por ciento), Trinidad y Tobago (4,8 por ciento), Ecuador (4,76 por ciento), Paraguay (3,85 por ciento), seguidos con cierta distancia, por México (3,3 por ciento), Brasil (2,64 por ciento), Argentina (2,5 por ciento), y Chile (2,2 por ciento). 

Asimismo, el BID, implementando el Índice de Salud de los emprendimientos creativos – ISAEC, estudio la salud creativa de los negocios en América Latina y el Caribe. Este índice mide la salud de los emprendimientos creativos, a partir de datos como el tiempo de operación de las empresas, el porcentaje de los ingresos del emprendedor derivados de su negocio, el porcentaje de tiempo dedicado a este, la autosuficiencia de este, la solvencia a fin de mes, la satisfacción y felicidad de los socios, el cumplimiento de las obligaciones fiscales, entre otros. Los datos arrojaron que, con un promedio de 3,4 en el índice, los emprendimientos culturales y creativos de la región tienen mala salud. Los más saludables se encontraron en la región del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay, y Uruguay) con un promedio de 3,8 mientras que los menos saludables en la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México, y Perú), con 3,3. Los segmentos más saludables de la industria fueron la publicidad y los servicios de apoyo a las empresas (incluyendo consultores, firmas contables, analistas legales y de nómina especializados en industrias creativas y culturales), mientras que los más débiles son los emprendimientos de educación artística y cultural, con un promedio de 2,6.

Desafíos de la economía naranja en la región

Existen algunos desafíos que el sector debe abordar para aprovechar al máximo su potencial. La pandemia del COVID-19 evidenció varios de ellos: el empleo, la digitalización, y nuevos modelos de negocio, el acceso a la financiación, entre otros. El sector continúa siendo mayoritariamente informal en la región, y está lejos de ser una solución de empleabilidad estable. La incertidumbre laboral afecta el estado de los empresarios y artistas. También existe el reto de asimilar e integrar la digitalización y los nuevos modelos de negocio, con el fin de desarrollar nuevos y modernos productos y servicios, para reducir la brecha entre el saber tradicional y la tecnología. Para el BID, muchas de “…las tecnologías emergentes, como la realidad virtual y la realidad aumentada, capturan los conocimientos tradicionales y comprometen a las nuevas generaciones en la producción creativa y cultural”. Por su parte, la falta de financiación e inversión continúa siendo un gran reto. La escasa formalización conlleva a que los bancos privados sigan desempeñando un papel secundario en su financiación. Otro desafío es el entendimiento y la incorporación de la protección de la propiedad intelectual, lo cual dificulta que los artistas y creativos protejan su trabajo contra reproducciones injustas. 

A todo esto, se le suma la falta de infraestructura y apoyo gubernamental por parte de los gobiernos. Por ejemplo, en temas estructurales, como el acceso universal a internet y su vinculación a poblaciones artesanas, el acceso a los servicios financieros, servicios postales y redes de transporte. Igualmente, en apoyos gubernamentales tanto fiscales como no fiscales, a manera de programas de formalización y desarrollo empresarial, que enfaticen en la adecuada administración, prácticas de buen gobierno corporativo, efectiva investigación de mercados, entre otras. Así mismo tal como señala la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) “una política adecuada de competencia y propiedad intelectual son cruciales para evitar el uso indebido de los derechos de propiedad intelectual y contar con mercados abiertos y competitivos en la economía creativa”.

En conclusión, América Latina cuenta con magnífico potencial para la expresión creativa. La resiliencia de sus pueblos los cambios culturales, los convierten en culturalmente ricos y aptos para desarrollar industrias creativas y culturales en toda su dimensión. Sin embargo, un gran salto al desarrollo de las mencionadas industrias, el cual además se caracterice por ser incluyente, sólo puede proceder con el apoyo debido por parte de los gobiernos de la región. Este apoyo debe partir desde la priorización presupuestal y el manejo especial de las cuentas de la cultura con base en estándares internacionales, el acceso universal al internet, el acceso a la financiación, la facilitación de la logística, así como por procesos de formalización, capacitación, y promoción internacional. La economía naranja puede llegar a convertirse en un importante rubro de la economía de América Latina, y facilitar la resiliencia de esta ante el cambio tecnológico, que llegó para quedarse.   

Camilo Ayala es un ex diplomático colombiano que ocupó cargos en Ecuador y EE.UU. Durante varios años lideró el equipo de abogados de la Oficina Comercial de Colombia en Washington, D.C. También fue Jefe de Gabinete y encargado de asuntos en la Embajada de Colombia en Ecuador. Es abogado internacional (LL.M.) especializado en asuntos económicos, y tiene una maestría en estudios internacionales en American University, Washington, D.C. Camilo tiene más de 20 años de experiencia, asesorando a gobiernos, bancos, asociaciones, exportadores e inversionistas en diversos asuntos de derecho corporativo, empresarial, comercio e inversión, y finanzas. Ha dirigido con éxito programas de internacionalización, proyectos, asuntos gubernamentales y negociaciones. En la actualidad, Camilo dirige su propia empresa de consultoría en comercio internacional (www.millanandayala.com), centrada en el comercio entre ALC y EE.UU.

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