La necesidad de priorizar

El Presidente Piñera no puede darse el lujo de andar dedicando su valioso tiempo a iniciativas que tienen pocas chances de materializarse y de producir resultados en lo que resta de su gobierno. Si La Moneda no logra aprobar una reforma tributaria sustantiva, si falla en lograr promulgar una reforma de pensiones razonable y una reforma laboral que contribuya a la creación de más empleo, da lo mismo que Prosur se convierta en una realidad.

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El Presidente Sebastián Pinera debiera comenzar a priorizar mejor su tiempo. Considerando que este es el segundo año de su administración y que sus tres principales prioridades de agenda legislativa todavía no están siendo debatidas en el Congreso, debiera optar por abarcar menos para poder apretar más. Una de las iniciativas a abandonar es su intento por liderar un organismo de integración regional, especialmente dado el contexto de impopularidad de los líderes de la región, lo que le permitiría focalizarse en las reformas que son más importantes para que su administración deje el legado al que él siempre aspiró.

Es innegable que los periodos presidenciales de 4 años se pueden hacer muy cortos para los gobiernos ambiciosos. Pero como el periodo legislativo es de 4 años para diputados y de 8 años para senadores, no resulta conveniente ampliar el periodo presidencial a 5 o 6 años, porque se perdería la simultaneidad de las elecciones. Sumado a la existencia de un sistema de representación proporcional, la no simultaneidad de elecciones terminaría por dificultar todavía más la construcción de mayorías legislativas para el gobierno. Parece más razonable discutir la posibilidad de, siguiendo el modelo estadounidense, permitir una reelección presidencial inmediata. Así, los presidentes exitosos podrían extender sus mandatos a 8 años, pero salvaguardando la potestad de la gente de remplazar al presidente a los 4 años si las cosas no funcionan bien. A su vez, como los presidentes se reelegirían inmediatamente y no pueden volver al poder después de sus periodos, no tendríamos expresidentes que siguen taponeando la aparición de nuevos liderazgos en sus coaliciones. No hay nada que le haga más daño a la centroizquierda hoy que el fantasma de una nueva candidatura presidencial de Michelle Bachelet. Aunque ella haya dicho que no quiere volver y tal vez no vuelva, la sola posibilidad de que sus aliados logren convencerla de lo contrario dificulta la aparición de nuevos liderazgos presidenciales en el sector.

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